Las empresas tractoras reclaman marcos regulatorios estables para seguir impulsando el crecimiento económico
En un contexto económico cada vez más dinámico, las empresas tractoras se posicionan como motores fundamentales del desarrollo económico. Estas compañías, por su impacto significativo en el tejido productivo, actúan como dinamizadoras de la actividad económica, el empleo y la innovación en sus respectivas zonas de influencia.
Qué define a una empresa tractora
Según Pedro J. Schoch, director de Desarrollo Corporativo de GMV, seis factores clave distinguen a estas empresas: su tamaño, posicionamiento y prestigio, experiencia tecnológica, competitividad y capacidad de generar ecosistemas de colaboración. Elementos que comparten las principales compañías del mercado español.
María Eugenia Bórbore, responsable del Sector Industria en Telefónica España, ilustra esta realidad: "Nuestra actividad representa el 1,27% del PIB, lo que se traduce en más de 400 euros por persona generados". La ejecutiva destaca que su vocación trasciende lo puramente económico, conectando sociedades urbanas y rurales mientras apuestan por la formación para minimizar brechas digitales.
Ecosistemas de colaboración empresarial
Estas grandes corporaciones no operan en aislamiento. Como explica Ignacio Sánchez-Galán García-Tabernero, director de Compras y Servicios Globales de Iberdrola: "Tiramos de muchas empresas muy pequeñas de forma conectada. No tenemos una relación cliente-proveedor tradicional, sino de socios". Esta filosofía ha permitido que pequeñas empresas crezcan junto a estas corporaciones durante décadas.
El desafío regulatorio
Sin embargo, el principal reclamo de estos líderes empresariales se centra en la necesidad de marcos regulatorios estables y coherentes. Antonio Joaquín González, director de Relaciones Institucionales de Stellantis Iberia, advierte sobre "una regulación que se impone a velocidad que no siempre se adapta a la realidad del mercado".
El caso del sector automotriz resulta paradigmático: un vehículo tiene una vida útil promedio de 14 años, pero la regulación puede cambiar hasta cuatro veces en ese período. Esta inestabilidad normativa genera incertidumbre y complica la planificación estratégica a largo plazo.
Hacia un marco regulatorio inteligente
Gonzalo Salafranca, director Regulatory & Government Relations de Philip Morris Spain, defiende un enfoque equilibrado: "Debemos tener un marco regulatorio que acompañe, esto es factor clave para mejorar la competitividad. Un marco extremo y prohibicionista solo tiene consecuencias negativas".
La propuesta apunta hacia regulaciones que protejan al consumidor mientras permiten decisiones informadas, evitando enfoques excesivamente restrictivos que puedan asfixiar la innovación y el crecimiento empresarial.
Estas reflexiones, surgidas del foro "Empresas tractoras que impulsan la economía española" organizado por elEconomista.es, evidencian la necesidad de diálogo constructivo entre sector privado y reguladores para mantener el dinamismo económico sin sacrificar la protección de consumidores y mercados.