La longevidad se conquista con decisiones personales, no pastillas milagrosas
El investigador Manuel Corpas y el experto Heinner Guio desmitifican las fórmulas mágicas para vivir más: el 80% de la longevidad depende de cómo vivimos, solo el 20% de la genética.
La eterna juventud sigue siendo ciencia ficción, pero la realidad es que viviremos más años. Según el prestigioso investigador malagueño Manuel Corpas, profesor en la Universidad de Westminster en Londres y académico del Instituto Alan Turing, "estoy seguro de que vamos a vivir más de 100 años, pero hay que ver cómo se regula para que exista equidad".
En una conferencia titulada 'Medicina de Futuro: longevidad, genes e IA', Corpas y el experto en genómica Heinner Guio presentaron una visión pragmática sobre el envejecimiento que contrasta con las promesas de soluciones milagrosas.
Decisiones inteligentes, no fórmulas mágicas
"La longevidad del futuro no será una pastilla milagro sino una ingeniería de decisiones pequeñas, personalizadas y sostenidas en el tiempo", explicó Corpas. Una perspectiva que resuena con la mentalidad uruguaya de responsabilidad individual y pragmatismo.
El investigador precisó que "envejecer no es cumplir años sino perder opciones metabólicas o cognitivas, y no todas las personas las perdemos al mismo tiempo". Esta definición redefine completamente cómo entendemos el proceso de envejecimiento.
Los genes no dictan el destino
Contrario a las creencias populares, el doctor peruano Guio fue categórico: "El 80% de la longevidad depende de cómo vivimos. La genética, nuestro ADN, solo es el 20%".
Esta afirmación, respaldada por estudios en gemelos idénticos con trayectorias de vida diferentes, demuestra que nuestras decisiones diarias tienen mucho más peso que nuestra herencia genética.
"El genoma es el código fuente, pero no dicta nuestro destino sino que da probabilidades", agregó Corpas, ofreciendo una perspectiva esperanzadora para quienes buscan tomar control de su futuro.
La receta para la longevidad
Los expertos fueron claros en sus recomendaciones: buenos hábitos alimenticios, ejercicio regular y calidad de vida desde la juventud. "Si esto se hace solo a partir de los 65 años, ya solo se pueden poner medicamentos", advirtió Guio.
El investigador también destacó la diferencia entre edad cronológica y biológica, explicando que hay personas de 40 años con órganos que parecen de 60, y viceversa. Esta diferencia se puede medir con biomarcadores específicos.
El estrés, el enemigo silencioso
Uno de los hallazgos más reveladores fue sobre el impacto del estrés. "Muchas personas de 50 años empiezan a olvidar cosas y creen que tienen Alzheimer cuando es por estrés", explicó Guio, identificando uno de los principales factores que acortan la vida.
Esta investigación refuerza la importancia de un enfoque integral hacia la salud, donde las decisiones individuales y la gestión del estrés juegan roles fundamentales en determinar no solo cuántos años vivimos, sino cómo los vivimos.